Monday, October 15, 2007

Interview with Junot Diaz

Carlos Fresneda interviews Junot Díaz.

"¡Diablo, este idioma es difícil!"... Seis años tenía Junot Díaz (Santo Domingo, 1968) cuando dio con sus huesos en Nueva Jersey, sin hablar "ni papa de inglés" y bregando con los molinos de viento de una cultura ajena: "Este país se nutre del silencio de los inmigrantes para mantener su imagen idílica...".

Sufrimiento, incomprensión, trabajo duro. Así se fue forjando su idea particular del sueño americano: leer y escribir a destajo en 'el idioma del diablo', que acabó superponiéndose con el tiempo a la lengua madre. Aunque por las noches, cuando todos callan, inglés y español siguen librando aún una tenaz batalla en su cabeza: "Todos mis sueños son bilingües. ¡Qué mierda, bro!".

Once años hace de la primera campanada de Junot Díaz, aquel 'Negocios' que le consagró como joven maestro del relato corto. Ahora rompe sonoramente el silencio con su primera novela, 'La prodigiosa vida breve de Oscar Wao', con la que se ha encaramado como "una de las voces más distinguidas e irresistibles de la ficción contemporánea norteamericana" ('The New York Times').

Junot Díaz recorre estos días en volandas su país adoptivo, agasajado por la crítica y aupado a la lista de los 'bestsellers' por un público cada vez más nutrido y variado. En plena gira tuvo el detalle de cumplir con su viejo amigo y traductor, Eduardo Lago, y llegar hasta el Instituto Cervantes con su peculiar visión de la lengua y del oficio: "No eres de verdad un novelista hasta que llegas al agujero más profundo de tu jodida vida, y desde ahí escribes".

Díaz estuvo a punto de morir ahogado bajo el éxito prematuro de 'Drown' (que así se tituló Negocios en su versión orginal). "Tuve que soportar mucha presión al inicio, y empecé a escribir al mismo tiempo dos novelas en las que avancé con la esperanza de que alguna de las dos entrara en ignición", confiesa. "Todos los caminos me llevaron a una zona muerta, pero perseveré en el intento: yo soy mi peor verdugo".

Hubo que esperar a una noche de excesos para que sus ojos se clavaran en las solapas de un libro de Oscar Wilde, y así nació en su mente el "maldito gordito ese", o sea Oscar Wao, y después vinieron la hermana Lola y la madre, Beli, mientras a pie de página fue ganando fuerza la presencia inquietante y monstruosa del infame dictador, Rafael Trujillo.

De La prodigiosa vida breve de Oscar Wao han escrito que es "una saga de inmigrantes para los que no leen sagas de inmigrantes". Con ayuda inestimable de Yunior, ese alter ego en el que vuelve a apoyarse "para que haga el trabajo sucio", Díaz tiende un puente imaginario entre dos mundos irreconciliables, con la brisa de Samaná y la lengua su infancia colándose como un viento peleón bajo de la puerta: "You are the most buenmoso man I know".
Idioma mixto

"Lo que yo escribo no es esa cosa desaliñada que llaman spanglish sino una especie de criollo, con palabras y expresiones intercaladas de español", admite Díaz.

Hay quienes acometen su libro con diccionario en mano, pero la mayoría se deja arrastrar por el río caudaloso su prosa vivaz, moteada con expresiones al alcance del americano medio: "Then you will be mi negra bella". Ahora trabaja mano a mano con una traductora cubana para la versión en español.

Junot Díaz cree que se le da demasiada importancia al "poder mítico" de lengua, ora el inglés o en español. "La gente está obsesionada con el sueño del idioma puro como una cosa uniformadora", admite. "Y ésa es una idea que fomentan mucho los políticos... Estados Unidos es el opuesto a España en el siglo XIV: los que tienen el poder hablan un idioma; los demás hablan, tú sabes, una lengua distinta. Aquí los moros son los gringos, encerrados en sus castillos, cuando la gente empieza a hablar otra cosa".

"Los gringos quieren negar el español, lo perciben como una amenaza", asegura Díaz, "pero lo cierto es que este país camina hacia el bilingüismo. Con el español pasa lo que nunca ha ocurrido aquí con otro idioma, que se va reforzando con la llegada de nuevos inmigrantes. Cada cinco o seis años viene aquí un nuevo draw, una extracción de dominicanos, y los mexicanos que no dejan de llegar, y los colombianos, los ecuatorianos, los argentinos... Yo lo veo como una piscina que a la luz del día se seca un poquito, pero que por la noche se vuelve a llenar de agua".

Admirador de Toni Morrison, comparado con David Foster Wallace, Díaz se siente más próximo a la narrativa norteamericana que a las letras hispanas. La fiesta del chivo de Vargas Llosa le parece "una biografía novelada y bidimensional". Su debilidad es Juan Rulfo, y su última obsesión, Martín Solares: "Los minutos negros es lo mejor que he leído en español en bastante tiempo".
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