Friday, October 26, 2007

Las auroras de sangre. Juan de Castellanos y el descubrimiento poético de América - William Ospina

Winston Manrique Sabogal reviews William Ospina's Las auroras de sangre. Juan de Castellanos y el descubrimiento poético de América.
El cielo empezó a reverberar de grises hasta soltar un océano que convirtió en mares la tierra para llevarse Cubagua, Nueva Cádiz, frente a las costas de Venezuela. Fue uno de los primeros episodios que embistió al joven Juan de Castellanos en el umbral del nuevo mundo. Era 1543. Y la vida allí no sabía de recatos.

"Me impactó su capacidad de asumir que la poesía existe para hacernos sentir lo abrumador del destino"

"Los latinoamericanos tenemos que reconciliarnos con esos otros mundos que se fusionaron en América"

Son las primeras luces que arroja William Ospina (Tolima, Colombia, 1954) en Las auroras de sangre (Belacqua) sobre la aventura de este sevillano (Alanís, 1522-Tunja, Colombia, 1607) que se orilló de la codicia y la crueldad de la conquista para ser testigo del deslumbramiento mutuo de dos mundos, que plasmó en Las elegías de varones ilustres de Indias, su particular descubrimiento y conquista de América a través del lenguaje, de la poesía:

"Salían a mirar nuestros navíos

Volvían a los bosques espantados,

Huían en canoas por los ríos,

No saben que hacerse de turbados".

Y así hasta 113.609 versos, que Juan de Castellanos escribió en cuatro partes durante los últimos 30 años de su vida en Colombia, y que se convirtieron en el poema más largo en español. Una especie de Ilíada que no fue entendida durante siglos en ningún lado del Atlántico, pero que en 1999 el escritor colombiano rescató de la incomprensión en uno de los ensayos literarios más importantes de América Latina en los últimos años.

"Él es el mejor ejemplo que España puede mostrar de que su labor en América no fue un mero saqueo, un exterminio y un acto de depredación. Saber que hubo hombres como él, llenos de la cultura del Renacimiento, llenos de lenguaje, nombrando como Adán el primer día toda la realidad de ese continente, enamorados de todo, celebrando las selvas y los lagos, la belleza de los indios del Caribe, su destreza, su fuerza, su ferocidad, tratando de contar todos esos hechos que no se repetirían, haciendo surgir un universo en el ámbito de la lengua, convirtiendo una lengua local en una lengua planetaria, sintiendo admiración y respeto; censurando a menudo los excesos de los guerreros: ¡qué grandeza de espíritu! España merecía saber todo eso: abandonar un poco la fascinación por el costado épico de su conquista y ver la magnitud de su diálogo con otro mundo, su capacidad de arraigar en él, la explicación de por qué un continente habla la lengua castellana. No fue por las espadas ahogadas en sangre, sino porque esta lengua fue capaz de amar a América y de cantarla".

"Porque decían ser estas naciones

Falta de los orgullos y los bríos

Que mueven los humanos corazones

A trastornar los mares y los ríos;

Y no pueden hacer navegaciones

A causa de estar faltos de navíos,

Y que canoas, balsas y piraguas

No podían arar prolijas aguas".

Es la forma como Castellanos va mostrando el nuevo mundo al mundo entero. Lo hace desde esa evocación donde sueños inimaginables cobraron vida. He ahí el impacto que causaron en William Ospina estas elegías: "Su fluidez, su nitidez, su capacidad de hacer surgir un mundo en el lenguaje, su capacidad, que es asombrosa para la época, de abandonar la idea de la poesía como un lenguaje ornamental, alejado del mundo, y de asumir que la poesía existe para hacernos sentir lo tremendo de la historia, lo abrumador de nuestro destino. Baudelaire dijo: "Lo feo puede ser hermoso, lo bonito nunca". Este poema no es bonito: es rudo, poderoso, cruel, deslumbrante, tremendamente humano y está fuera de toda correcta proporción: como lo estuvo la conquista de América. Casi parece imposible que un solo hombre lo haya escrito: tiene la magnitud de una cosmogonía oriental".

"Veréis muchos varones ir en una

Prosperidad que no temió caída,

Y en éstos esta misma ser ninguna,

De su primero ser desvanecida

Usando de sus mañas la fortuna

En los inciertos cambios desta vida;

Otros venir a tanta desventura

Que el suelo les negaba sepultura".

Belleza, sabiduría y temblor en tierras de miedos agazapados hechos palabras musicales. "El Descubrimiento y la Conquista fue un hecho de tales proporciones, que lo primero que produjo en la Península fue un gran silencio. El hecho más importante de la historia planetaria en los últimos siglos no parece haber sido advertido en su magnitud por los poetas del Siglo de Oro: tanto Quevedo como Lope de Vega y Góngora siguen en lo fundamental encerrados en el ámbito de la tradición europea, y si a veces aparecen los temas, la perspectiva es muy distante. Ello es natural, la literatura engendrada por América tenía que surgir inicialmente en el Nuevo Mundo, y no tenía por qué ser comprendida inmediatamente desde Europa. Pero una buena prueba de que España estaba a la altura de las tareas históricas que le correspondían es que detrás del avance, a menudo atroz, de los conquistadores, se dio el avance lleno de perplejidad, de curiosidad y de inspiración creadora de los cronistas".

"La tierra cubren venenosos tiros

Y golpes causadores de suspiros"

"La mayoría no eran inicialmente hombres de letras: la historia iba improvisando sus relatores, sus fabuladores y sus poetas. Pero al mismo tiempo la conciencia profunda de España iba rumiando sus descubrimientos. Tengo la convicción de que la aparición del Quijote es, entre tantas cosas, consecuencia de la aventura de España en el siglo XVI. Una aventura que excedió por sus peligros, por sus atrocidades y maravillas, a todo lo que soñaron "los ciclos de Rolando y de Bretaña", y no fue un hecho literario sino una aventura vital, una confrontación cotidiana durante un siglo de los aventureros con sus sueños, con sus delirios, una aventura de la carne y una aventura de la imaginación. Muchos conquistadores eran de algún modo una suerte de borradores de don Quijote: lectores de novelas de caballerías, buscando en el mundo lo que les habían dicho los libros y los cuentos".

"Mas si también deseas ver mujeres,

Direte dónde viven maniriguas,

Que son mujeres sueltas y flecheras,

Con fama de grandísimas guerreras (...) Pues en tan penitísimas regiones

Podría ser que vivan amazones".

Leyendas, mitos y realidades se trenzan en versos que cantan los mestizajes que formarán la identidad. El futuro. Según William Ospina, "para poder reconciliarnos plenamente con nuestra herencia europea, los latinoamericanos tenemos que reconciliarnos con esos otros mundos que se fusionaron en América: los nativos que vivieron allí treinta mil años, y los hijos de África, la parte más alegre y vigorosa de nuestra cultura".

Tierras de promisión donde un día hubo "dioses vivos que caían y dioses muertos que triunfaban". Pero que cinco siglos después ha pasado de ser puerto de llegada para convertirse en embarcadero hacia el resto del mundo. "El intercambio no ha cesado. Con Las auroras de sangre me interesa demostrar que desde muy temprano se dieron grandes aventuras del comienzo de la modernidad literaria. Castellanos hizo el primer poema verdaderamente americano en lengua castellana, y es el fundador de la poesía en diez países de América. Pero, claro, él vivió setenta años en las Indias, y se convirtió en un poeta americano". El que hoy, cuatro siglos después de su muerte, vuelve al haber atisbado con sus versos la manera de adentrarse futuro arriba.




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